Querida Diana Cristina

En varias oportunidades hemos hablado sobre los biopolímeros y siempre he dejado sin mayor claridad todo lo que implica hacia el futuro la previa aplicación de ellos en el rostro. Como futuro me refiero no solo a las secuelas que a largo plazo van a dejar en nuestro rostro estos productos, sino las limitaciones para realizar nuevos tratamientos con fines estéticos.

Biopolímeros es el rótulo que le hemos colocado a aquellos dispositivos, productos o sustancias, por lo general inyectados, que no tienen la posibilidad de ser absorbidos o consumidos por el cuerpo, es decir permanentes. En su parte más literal el término es inadecuado, pero es así como comúnmente los conocemos.

Diana Cristina, debo decirte que hace 20 años era una alternativa terapéutica viable, de tal manera que todo juicio negativo que hagamos sobre ellos al cielo de hoy sería injusto, ya que obedecieron a la necesidad de un momento histórico y solo años después se comenzaron a conocer las secuelas derivadas de la respuesta del organismo por tratar de eliminarlos. Hoy las circunstancias son diferentes, social y médicamente sabemos los riesgos e inconveniencias de su aplicación y que espinoso es admitir que clandestinamente se siguen utilizando.

Desafortunadamente apreciada Diana no puedo dar buenas noticias. Toda vez que alguien me pregunta sobre este tema lo termino desahuciando, este es un acto irreversible y en el mejor de los casos se limita a generar procesos inflamatorios autolimitados que además cambian nuestras facciones. En otras situaciones se pueden presentar infecciones que obligan a realizar tratamientos médicos o quirúrgicos que solo palian las molestias. Por último, y no menos desalentador, debo referirme a que, aunque los productos actuales como los hilos bioabsorbibles o el ácido hialurónico son bondadosas, están contraindicadas en los pacientes previamente inyectados con biopolímeros o sustancias desconocidas, ya que pueden exacerbar los procesos inflamatorios o facilitar la aparición de infecciones.

Ya son parte del pasado, pero vaya que se volvieron inolvidables.

Todo suyo

Alberto